“Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo Único…”
Podemos empezar la oración de hoy, haciendo una “composición de lugar”, el aquí y el ahora de nuestro mundo, éste que nos ha tocado. Puedes reconstruir las noticias del periódico o de la TV… esas que llegan de lejos y de cerca… esas que traen las redes sociales… Recuerda los rostros, las edades, las nacionalidades, las largas colas de migrantes que ya nos son familiares… y completa con las cifras publicadas… Reconoce los sentimientos que te despiertan estas realidades.
Y lee en el Evangelio de Juan la continuación de la conversación de Jesús con Nicodemo: después de asegurarle que los judíos también son destinatarios de la salvación, le hace una revelación inesperada, que la podemos poner en presente porque para Dios no hay pasado ni futuro: “Tanto ama Dios este mundo, que le entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en El, sino que tengan vida eterna” .¿Entiendes lo que eso significa para nuestro hoy? Dios no quiere que ninguno perezca. Merece que lo agradezcamos de rodillas y que pidamos la gracia de que todos nos abramos a ese amor.