Martes 9 de abril Hech.4,32-37, Jn.11-15

Martes 9 de abril Hech.4,32-37, Jn.11-15

“Nada como propio, todo en común”

El texto de los Hechos, nos invita a asomarnos al primer grupo de cristianos, y nos trae a la memoria gestos de algunas comunidades que hemos conocido. Nos puede servir leer un trozo del siglo II, de autor anónimo, que responde a los interrogantes de un tal Diogneto, sobre la vida de los cristianos.

“¿Cuál es ese Dios en el que tanto confían; cuál es ese amor que se tienen unos a otros… y por qué esta nueva raza o modo de vida apareció ahora y no antes?» “Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres… La doctrina que les es propia no ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos, ni hacen profesión, como algunos hacen, de seguir una determinada opinión humana, sino que, habitando en las ciudades griegas o bárbaras, según a cada uno le cupo en suerte, y siguiendo los usos de cada región en lo que se refiere al vestido y a la comida y a las demás cosas de la vida, se muestran viviendo un tenor de vida admirable y, por confesión de todos, extraordinario. Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña les es patria, y toda patria les es tierra extraña”.

Son pobres, y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo. Para decirlo con brevedad, lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo.” ¿Qué llamadas sientes al conocer la frescura de ese testimonio?

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