JUAN 7, 40-53
“-ÉSTE ES EL MESÍAS.”
Precisamente quien escucha a Jesús, quien lo conoce de cerca, queda maravillado. Quien oye las palabras de Jesús no puede quedar igual. Por eso en el texto evangélico los soldados que habían sido enviados a apresar al Señor, vuelven asombrados diciendo que nadie antes había hablado como Él. Esto hace que el enojo de los fariseos se agudice más porque no pueden realizar sus artimañas malintencionadas. Nosotros en cambio debemos acercarnos a Cristo, dejar que Él nos hable al corazón por medio del Evangelio, de la Eucaristía, de la Reconciliación. Poco a poco irá transformando nuestro ser e irá convenciéndonos suavemente con su amor, con su bondad y su alegría. Si escuchar la Palabra de Dios puede cambiar el corazón, cuánto más podrá hacer Él cuando le llevamos dentro.