El Evangelio de hoy nos dice que el que obra la maldad no puede soportar la luz, porque la luz brilla allí donde hay verdad, justicia, sinceridad. Jesús vino para ser la luz del mundo como lo había dicho Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran Luz”; y la luz llegó, pero los hombres prefirieron las tinieblas; esa es la gran tragedia que nos ha ido llevando lejos de Dios. No es fácil abrir los ojos a la luz, exponer nuestras obras a la luz, para que se vea que están hechas según Dios; cuando miramos nuestras obras a la luz de Jesús y comparamos nuestros criterios con los suyos, constatamos muchas veces que nos hemos desviado de la luz; por ahí tendría que ir el examen que desde la espiritualidad Ignaciana estamos llamados a hacer cada día. Vivamos en la luz para poder llevarla a otros en este año de la esperanza.