Es desconcertante en el Evangelio de hoy leer esa frase final: el envío a una misión que parece utópica cuando nos detenemos a ver quién envía, a quienes envía y en qué momento. Es el mandato de Jesús a sus discípulos, los que habían estado con Él, pero lo habían abandonado en el momento de su pasión. Jesús ya Resucitado, después de haberles dado pruebas de que está vivo, los reprende porque no han creído a pesar del testimonio de quienes los han visto; aun así, Jesús los envía. En otro momento les dirá que aguarden la venida del Espíritu que Él les ha prometido, porque entonces tendrán la fuerza para salir y anunciar con valentía. ¿Qué nos dice hoy este Evangelio a nosotros, que nos decimos creyentes en la Resurrección? ¿Sentimos ese impulso a la misión? ¿Confiamos en la fuerza que ya hemos recibido desde nuestro bautismo?