“Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?” (Mt. 7,7-10).
Hoy los textos nos invitan a visitar, en el Primer Testamento, el Libro de Ester: la oración de una mujer que conmueve el corazón de Dios a favor de su pueblo. Examinemos nuestra oración y miremos sus metas, nuestras intenciones. ¿Amamos a nuestro pueblo como lo amó Ester? Con Jesús, en este “Sermón del monte”, estamos aprendiendo a orar: «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. ¿Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?” Volvamos al Evangelio, escribámoslo si es posible, pidamos al Espíritu Santo que anime nuestro corazón a esa gran confianza que Jesús enseña. Hay muchas voces que afirman que Dios no interviene en la Historia. ¿Será que lo ha dejado al poder de nuestra fe? ¿De nuestra plegaria?