Mt 22,1-14. A todos los que encontréis, convidadlos a la boda
La invitación a tomar parte en este banquete depende sólo de la generosidad y amor de Dios. Pero sí depende de nosotros el aceptarla o no…Toda decisión lleva consigo sus consecuencias, los que rechazan la invitación no volverán a ver más a su rey y quien la acepta debe de llevar un traje de bodas. Aun así su mensaje es, y siempre será, una invitación y no una imposición. Todos somos convocados.
Y Dios invita en serio, porque es nuestro Padre, porque quiere ver la sala del banquete llena. Porque como Dios es Padre y Madre a la vez, tiene los sentimientos que tienen los padres y las madres, pero en grado infinito y perfecto. Es una gran esperanza para la humanidad. Doy gracias al Señor por invitarme a participar del banquete de su amor misericordioso y compasivo, y muy especialmente, de la Eucaristía.
¿Estaré atenta a escuchar la invitación que el Señor me hace cada día y a responder con generosidad?