Lucas 11, 29-32: “A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás”.
Jesús se encuentra frente a una multitud que le pide un signo extraordinario, una prueba espectacular para creer en Él. Y Jesús responde con firmeza. Jesús es el verdadero signo de Dios que ya está entre nosotros: en nuestras vidas, en nuestras comunidades, en los excluidos… No hacen falta pruebas espectaculares; basta abrir el corazón.
Podemos caer en la tentación de pedir “señales” para creer: “Señor, si me concedes esto, creeré más”. Pero la fe verdadera no depende de condiciones. ¿Buscamos a Dios sólo cuando necesitamos “milagros” en nuestra vida, en nuestra comunidad, en nuestra familia o lo reconocemos también en lo pequeño y cotidiano? Que no seamos como esa generación que pedía pruebas, sino como los ninivitas, que escucharon y se convirtieron.