Hoy el evangelio nos invita a escuchar la pena de Jesús ante la incapacidad de algunas ciudades para acoger el mensaje de la Buena Nueva. Por eso dice: “¡Ay te ti Cafarnaún, ay de ti Betsaida!”; dos ciudades que en otros momentos aparecen en el evangelio como lugares a donde Jesús llega a curar, a sanar, a predicar, pero por más que han visto cosas maravillosas, su falta de fe les ha impedido acoger y entender. Jesús asombrado y decepcionado predice lo que será de ellas al final. Él les recrimina: si en Tiro y en Sidón, ciudades paganas, se hubiera hecho lo que, en ustedes, seguramente se hubieran convertido. ¡Valoremos hoy las grandes cosas que el Señor ha hecho y hace cada día en nosotros y miremos cómo hemos correspondido! Que María, quien supo acoger humildemente las grandes cosas que el Señor hizo en ella, nos ayude hoy a guardar todo esto en nuestro corazón.