“Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Mateo 8, 2
Una oración brevísima, directa, confiada, esperanzada. Y Jesús responde positivamente, “Sí quiero y sí puedo, y porque quiero y puedo lo haré”. Jesús, lleno de ternura y compasión realiza este signo. Estamos siguiendo sus huellas, y ahora lo encontramos junto al leproso. Jesús lo toca, dice el Evangelio y nadie podía hacerlo, por miedo a la contaminación. Jesús toca al leproso y en él al ser humano “en su sufrimiento”, “en su pecado”; es un ´toque´ salvador, misericordioso, lleno de ternura y lleno de poder. No nos excluye, no nos rechaza; al contrario, se nos acerca totalmente y Él abre la puerta, porque “Él es la puerta de salvación para toda la humanidad”
Cardenal Luis José Rueda