Lucas 13, 10-17: “Y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que Jesús hacía”.

La mujer encorvada es una imagen profundamente simbólica: representa a quienes viven oprimidos, cargados de sufrimientos, excluidos, incapacitados de mirar al cielo y a los demás de frente. Jesús la llama, le impone las manos y la libera. Ella, inmediatamente, se endereza y glorifica a Dios. La iniciativa es de Jesús: Él ve, llama, toca y cura.

En lugar de alegrarse por la liberación, el jefe de la sinagoga se indigna porque la curación ocurrió el sábado. Para él, la norma pesa más que la persona.  En cambio, toda la gente se llena de alegría. El Reino de Dios provoca división: escándalo para unos, gozo para quienes reconocen la acción de Dios. Cuando dejamos que Cristo actúe, lo que brota es dignidad, gozo y libertad.