Domingo 26 de octubre

Domingo 26 de octubre

Lucas 18, 9- 14: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”

Esta parábola está dirigida a “los que se tienen por justos y desprecian a los demás”. Es una advertencia contra la autosuficiencia espiritual y la soberbia religiosa. La oración del fariseo carece de humildad; está centrada en sí mismo y no en Dios. En cambio, el publicano simplemente suplica: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Es una oración breve, humilde y sincera, que reconoce la propia debilidad y confía en la misericordia de Dios.

La salvación no depende simplemente de acumular méritos, sino de abrirse con humildad al amor gratuito de Dios. No consiste en presumir ante Dios, sino en presentarse como somos, pecadores y llamados.

Sentirse superior a los demás es una tentación constante en la vida de todo creyente. Lo que vale no son las apariencias ni las comparaciones, sino la sinceridad y la confianza. Dios no se detiene en las apariencias, Dios mira un corazón arrepentido y humillado. ¿Cómo miro desde mi fe ante los demás?

Scroll to Top