¿Qué sucedió en Israel en tiempos de Jeremías, para que éste le dijera: “No escucharon ni hicieron caso? Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso” (Jr. 7,24). Y ¿qué sucede en los oyentes de Jesús para que Éste discuta con tanta crudeza la presencia del reino de Dios, oponiéndola a las obras de Belzebú? Somos iguales a la gente del desierto y a los oyentes de Jesús, nos es difícil vencer la dureza de nuestro corazón para reconocer la obra de Dios en nosotros; su Reino de paz, de justicia, de amor, de verdad…. ¿Por qué nos es tan difícil el seguimiento de Jesús? ¿Podemos nombrar los deseos que habitan nuestro corazón ahora mismo?