Hoy el evangelio nos presenta dos parábolas muy típicas del modo de enseñar de Jesús y reveladoras de lo que Él mismo iba descubriendo del Reino de Dios. El Reino era como la obsesión de Jesús, la razón de ser de la misión recibida del Padre. En su deseo de ayudarnos a entender lo que es el Reino, nos lo presenta hoy como una semilla muy pequeñita, la de la mostaza, y como un poco de levadura capaz de levantar una buena medida de harina. Dos imágenes de algo muy pequeño, pero con una fuerza vital insospechada. Dos elementos que tienen que desaparecer para dar paso a la fuerza que encierran. Así nos dice Jesús que es el Reino de Dios que Él vino a instaurar en la tierra, el que está dentro de nosotros. Visto así, a la luz de estas parábolas, podemos decir que el Reino es el amor que Dios ha infundido en nuestros corazones y que cuando lo acogemos y le permitimos obrar, va creciendo y nos cambia desde dentro y se manifiesta de mil maneras. ¿Creemos en la fuerza del amor? ¿Le permitimos crecer desde dentro?