Jueves 24    Luc. 12,49-53 “He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo.”

Jueves 24    Luc. 12,49-53 “He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo.”

La primera parte del evangelio de hoy nos invita a escuchar a fondo unas palabras de Jesús que revelan algo muy íntimo. Algo que brota de su interior y cobra mayor fuerza cuando sabemos que Jesús las pronuncia estando ya próximo a su pasión. Dice a sus discípulos: “He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo” … Jesús siente que su pasión por Dios y su compasión por la humanidad, sobre todo por los marginados, se ha vuelto como un fuego que arde por dentro, pero ve cuán lejos estamos de experimentar ese fuego del amor apasionado. Hoy más que en aquel momento constatamos que el fuego del amor se ha debilitado, se ha desvirtuado, es el “amor líquido” del que ha hablado un filósofo contemporáneo, un amor que se evapora fácilmente y no es ya el cimiento de la vida ni lo que le da sentido. Cuánta necesidad tiene el mundo de recuperar la fuerza del amor, ese amor apasionado que llevó a Jesús hasta la cruz y es el único que tiene la fuerza espiritual necesaria para cambiar este mundo. ¿Cómo cuidamos ese fuego en nosotros?

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