Comienza la séptima semana del tiempo ordinario de la liturgia y ésta nos ofrece hoy la celebración de “María, Madre de la Iglesia”. Es un reconocimiento del regalo que nos ha dejado Jesús en la cruz, y el Espíritu Santo en Pentecostés. María, que acompaña a los discípulos en su misión, en su vida fraterna, es, ante todo, la Madre. Memoria viva de la vida de Jesús sobre la tierra, es por su amor, su fe, su testimonio, su fortaleza en la cruz, la Madre capaz de recibirnos a todos en la Iglesia como sus hijos. Le damos gracias por cobijarnos bajo su amparo protector. María es la Madre corporal de Jesús, pero también es la Madre que nos ha dado a luz, a todos sus hijos e hijas, en la cruz. María es la Mujer del “sí”, del “hágase”, dadora de vida por
excelencia, es un llamado a la fortaleza ante la adversidad, a la fidelidad en la fe hasta los bordes de la vida.