El texto de hoy, pone de relieve los signos que nos permiten distinguir al Mesías y  que son expresión de la acción de Dios. Vemos a Jesús subir al monte, allí sana a los tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros. Se compadece ante las necesidades de la gente.

Jesús cae en la cuenta del hambre que tienen las personas que le siguen e invita a los discípulos a poner en común lo que tienen. Así, siete panes y dos peces ofrecidos generosamente son el signo elocuente del deseo de Dios para el mundo, que no haya hambre, que todos puedan contar con lo necesario para tener una vida digna. Esa debe ser la preocupación de todo seguidor de Jesús.

En un mundo lleno de desigualdades pidamos a Dios tener entrañas de misericordia que nos muevan a poner en común lo que tenemos para hacer el milagro de una vida más digna para todos.