LUCAS 4, 24-30
“… NINGÚN PROFETA ES ACEPTADO EN SU PATRIA.”
Ciertamente es difícil ser profeta en la propia tierra. Los seres humanos tenemos memoria, casi siempre muy selectiva. No escuchamos que nos dice el predicador, sino que tratamos de anularlo recordando quienes fueron sus padres o cuánto dinero tenían. Todo menos escuchar lo que nos dice.
En una situación como la vivida por Jesús aquel día, si tuviéramos poder, haríamos descender rayos del cielo para que sepan quién es Él. Y nuevamente Jesús, nos da otra lección de paciencia y dignidad: sin aspavientos, sin ira, sin amenazas, «se abrió paso entre ellos y se marchó» ¿Qué enseñanza nos deja Jesús con su manera de proceder?